De media, ponderando todos los plazos posibles, un 5% menos rentables. Depósitos a más de dos años, un 3,15% menos favorables al ahorrador. Y en depósitos hasta un año, la rentabilidad que paga la banca española es un 20% inferior a la que se otorga en las entidades del resto de países europeos. Ésta es la desagradable situación de partida que tiene que soportar el pequeño ahorrador español, mayoritariamente de perfil conservador, a la hora de contratar un depósito para guardar sus ahorros con la máxima seguridad.

A cierre de 2013, las estadísticas del Banco de España y del Banco Central Europeo muestran hasta qué punto sigue habiendo diferencias en el tratamiento que se da al ahorro entre unos países y otros. Ni los mínimos impuestos por el BCE para el interés oficial del euro, ahora en el 0,25%, ni los intentos de fijar un mercado bancario y financiero unificado entre todos los países están consiguiendo que las condiciones impuestas por la banca en España se acerquen a los estándares de los países más desarrollados.

Lo que se traduce en que, a la larga, el usuario en España se ve forzado a aceptar condiciones peores o, en muchos casos, sumergirse en una vorágine de productos muchos de los cuales no son adecuados para su nivel de conocimientos financieros. Depósitos estructurados, mixtos, fondos de inversión, seguros… Ninguno de ellos tienen el nivel de estabilidad, seguridad y garantías que aseguran los depósitos a tipo fijo, bien al contrario, obligan a mantener el ahorro más tiempo, con más riesgos, con más gastos y comisiones, y sin el respaldo del Fondo de Garantía de Depósitos.

 20.000 euros a un año, 66 euros menos de interés 

Para verlo con más claridad, un ejemplo. Si tuviésemos para depositar 20.000 euros, y quisiéramos invertirlos en un plazo fijo a un año como máximo, en España obtendríamos, según la cifra media del Banco de España -1,26%-, una rentabilidad de 252 euros. Si aplicamos el tipo medio que recoge el Banco Central Europeo -1,59%-, la rentabilidad que obtendríamos sería de 318 euros, esto es, 66 euros más. Casi, casi, el importe de una factura de la luz media en España…

 A lo largo del mes de enero, coincidiendo con la confirmación por parte del BCE de que sus tipos seguirán en mínimos, la evolución de los depósitos en España todavía ha sido peor, y las rentabilidades ofrecidas son cada vez menores 

Si tuviéramos la intención de invertir estos ahorros a más de dos años, garantizando que no lo tocaríamos en ese tiempo, la rentabilidad que obtendríamos en España, según sus cifras (1,84%), es de 368 euros, frente a los 380 euros que obtendríamos según el interés medio que recoge el BCE en Europa (1,90%). No es una gran suma, pero «para que se la queden ellos»… Teóricamente hay más igualdad en los depósitos entre año y dos años, 324 euros de rentabilidad saldría en España frente a 332 euros en el resto de Europa.

Esta estadística media europea, sin embargo, no recoge las importantes diferencias que existen entre los diferentes sistemas bancarios de cada país europeo. El Banco Central Europeo desvela que entre la mejor rentabilidad media de un país europeo y la peor hay 0,50 puntos básicos de diferencia, esto es, la diferencia que habría entre un tipo de interés del 1 y del 1,50 por ciento, por ejemplo. Demasiadas diferencias para un mercado que se supone integrado y unificado y en el que, sin embargo, las peores condiciones son para países como España.

 Desplome en 2014 

Pero es que, además, las comparativas entre el Banco de España y el Banco Central Europeo corresponden a diciembre de 2013, cierre del año pasado. A lo largo del mes de enero, coincidiendo con la confirmación por parte del BCE de que sus tipos seguirán en mínimos, la evolución de los depósitos en España todavía ha sido peor, y las rentabilidades ofrecidas son cada vez menores.

Así lo atestiguan diversos comparadores como el que ADICAE mantiene en su página web, que muestran hasta qué punto es difícil encontrar depósitos que superen el 1,5% de interés a más de un año, o el 1% a un año. Habrá que ver las estadísticas que lanzan los bancos centrales, pero lo que está claro es que a pesar de que los depósitos siguen siendo los productos mejor valorados y más solicitados por los ahorradores, la banca les empuja a asumir más riesgos y más gastos para obtener rentabilidades.

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