«La absoluta parálisis del mercado de suelo en España, paradigma perfecto de la debacle del sector inmobiliario, plantea interrogantes sobre la profundidad de la limpieza realizada en las carteras bancarias y amenaza con exigir nuevos esfuerzos de ajuste a entidades financieras y al banco malo. En un momento de deterioro del negocio y crecientes exigencias regulatorias, podría resultar una losa muy pesada en los balances de los bancos pese a las elevadas coberturas ya introducidas». La frase, de un despacho de Reuters, se recoge en buen número de publicaciones especializadas, y ya deja ver la coartada que viene; el stock inmobiliario del ladrillazo en poder de la banca es lo suficientemente preocupante como para requerir soluciones poco convencionales; entre ellas, una nueva burbuja.
A finales de 2012, reza este reportaje, el conjunto del sector bancario tenía una exposición al suelo de unos 97.000 millones de euros: 53.456 millones en créditos y 43.557 millones en activos adjudicados. De estos importes, solo unos 7.000 millones procedentes de bancos en apuros han ido a parar al banco malo, «lo que implica que los bancos sanos aún tienen mucho trabajo por delante para colocar un activo cuyo valor es cero en numerosas ubicaciones según expertos consultados». En total, tomando como media un valor-préstamo de 100 euros el metro cuadrado, alrededor de mil kilómetros cuadrados de suelo sin urbanizar. A ello se suman 670.000 viviendas nuevas sin vender, propiedad de la banca. Y otros tres millones de pisos vacíos, buena parte de ellos también en poder de las entidades.
La banca española, que ya ha necesitado 200.000 millones en diversas formas de rescate «para digerir el empacho inmobiliario», afronta en el futuro próximo una fuerte presión para reforzar su solvencia. El escenario es el ideal para una nueva huida hacia adelante, una nueva carrera por convertir otra vez a los consumidores en los sujetos paganos de lo que no se hizo bien en los años anteriores. «Hay activos que prácticamente tendrán que reconvertirse en los suelos rústicos que eran y ponerles cebollas encima», indican expertos de diversas tasadoras. Pero «el panorama es mucho más prometedor en las grandes ciudades y en algunas zonas de costa», lo que abre la llave de esta nueva burbuja de suelo-ladrillo-vivienda.
Son bancos, son inmobiliarias…
Sigue el reportaje de Reuters: «Ante el anémico mercado de suelo tanto los bancos como SAREB han optado por tomar la iniciativa. En el caso de los bancos, resulta paradójico que el deseo de pasar página al desastre del ladrillo les está llevando a ser los principales dinamizadores dando salida al suelo mediante la promoción de viviendas». «No podemos quedarnos parados sin actuar en esa cartera, sobre todo donde tenemos producto acabado que se vende, ahí sabemos que si promovemos se venderá», coincide el director de la división inmobiliaria de un banco ante la agencia informativa.
Y el director de desarrollo de suelo de la SAREB, Álvaro Escribano, afirmaba en la misma pieza que en el caso de los suelos, al margen de priorizarse la venta al contado, también se estudian opciones para desinvertir esta cartera. Pese a reconocer que en algunos terrenos la estrategia es esperar a que se doten de mayor valor, SAREB -que tiene la ventaja de tener un plazo muy largo para sacar rentabilidad a su cartera (15 años)- se muestra optimista. «Se han cerrado varias ventas en los últimos cinco meses en todos los tipos de suelo. Además, tenemos ofertas», dice Escribano.
Más ‘amigos’ para el banco malo
Mientras tanto, el Sareb sigue encontrando entidades financieras no rescatadas que le echan una mano en la comercialización de sus algo más de 50.000 viviendas traspasadas por la banca nacionalizada. El último en incorporarse es el Banco Popular, que se compromete a dar salida a mil millones de euros en préstamos hipotecarios para comercializar estos pisos. El Popular se añade a Banco de Santander, CaixaBank y Banco Sabadell, que pondrán cada uno de ellos otros mil millones para echar una mano.
La “Hipoteca Ahorro Bonificada Sareb-Banco Popular” permitirá al Banco Popular «ofrecer financiación a los particulares y empresas que quieran adquirir un inmueble que esté en manos de Sareb». La “Hipoteca Ahorro Bonificada Sareb-Banco Popular” permitirá financiar la compra de primera vivienda con hipotecas de hasta 30 años -con un porcentaje de financiación de hasta el 80% del valor de tasación- y un tipo de interés de Euribor + 3,50%. Este diferencial podrá reducirse hasta el 2,50% en función de la bonificación asignada.
Ya se ve cómo la condiciones en las que se contratan estas hipotecas empiezan a entrar de lleno en el juego actual de subidas de tipos, amplios diferenciales y abusos que ADICAE está denunciando desde que los jueces han empezado a señalar la nulidad de las cláusulas suelo. La banca contraataca, y es labor de los consumidores prevenir, informarse y actuar en consecuencia, pues al final de nosotros va a depender que esta intención de la banca de resucitar la burbuja inmobiliaria quede sofocada por un consumo responsable y crítico y sustituida por un mercado de la vivienda sostenible y accesible.