Fue el BBVA la primera entidad que relanzó las emisiones de preferentes, en diciembre de 2008. Posteriormente se produjo un efecto dominó: Banco Santander, la Caixa, Caja Madrid, Banco Pastor y muchos otros se han sumado al carro de las preferentes desde entonces. Sin embargo, la complejidad del producto y el riesgo a que se someten los ahorradores han obligado incluso a la CNMV, tan conformista e indulgente en otras ocasiones, a elaborar un informe con duras advertencias sobre las consecuencias que puede haber sobre el ahorro del cliente a medio y largo plazo.

 Cuidado, las participaciones pueden ser perpetuas 

Las preferentes son un activo adquirido a perpetuidad. Son parecidas a las acciones en el sentido de que otorgan derechos económicos, aunque no políticos (por ejemplo tener voto o acudir a la junta de accionistas). No tienen fecha de vencimiento… salvo cuando el banco quiera, después del quinto año. Si la entidad lo considera puede extinguir el contrato unilateralmente pasados cincos años, si cuenta con el visto bueno del Banco de España. Con esta cláusula a favor del banco, el cliente no puede saber cuánto va a tener en su poder las participaciones. El ahorro queda atrapado de manera indefinida, con una gran dificultad para liberarlo, como se explica adelante.
Otro hecho muy importante a tener en cuenta es que las participaciones preferentes no son un depósito bancario y por tanto no están protegidas con el Fondo de Garantía de Depósitos. En caso de quiebra, el ahorro se pierde y en el concurso de acreedores el ahorrador que posea participaciones será el penúltimo en recuperar su dinero (si es que lo recupera, claro), sólo por delante de los accionistas.

 Las preferentes cotizan en el Mercado de Renta Fija AIAF. El riesgo de pérdida de dinero por la depreciación de las participaciones es elevado. 

 ¿Y si quiero vender? 

El cliente puede acordar con el banco la venta de las participaciones. En las oficinas consultadas se define esto como un trámite que dura unos días, pero la realidad es que en muchas ocasiones no existe comprador. Y, cuando lo hay, nada garantiza que la venta se haga por el valor nominal de adquisición, con las posibles pérdidas que ello podría acarrear. Las preferentes cotizan en el Mercado de Renta Fija AIAF y, como en todo mercado, hay fluctuaciones en los precios. El riesgo de pérdida de dinero por la depreciación de las participaciones es elevado porque muchas emisiones de participaciones valen menos de lo que cuestan, de forma que al cotizar en el mercado AIAF la mayoría de ellas pierden valor con el tiempo. Sin embargo y según se ha comprobado, ningún asesor bancario advierte de este hecho.

 Las participaciones preferentes no son un depósito bancario. En caso de quiebra, el ahorro se pierde. 

 ¡Y encima no son rentables! 

La rentabilidad de las participaciones preferentes varía mucho de una entidad a otra. Aquellos bancos más solventes y potentes se escudan en dichas fortalezas para ofrecer rentabilidades más bajas. Banesto fue advertida por la CNMV por la baja rentabilidad ofrecida (Un 6% el primer año, 5% el segundo y un mínimo del 4% desde entonces). Los estudios y la experiencia muestran que muchas emisiones de preferentes tienen un valor nominal más elevado que el valor de mercado, con la consiguiente pérdida de capital para el ahorrador. Otras entidades ofrecen rentabilidades anormalmente altas (Bancaja, 32%) que van en consonancia con el riesgo asumido por el cliente. Para colmo, las entidades no pagarán los intereses acordados si no existe suficiente beneficio distribuible. La rentabilidad de las preferentes está condicionada a los resultados de cada entidad y a su situación económica, lo cual implica que hay una posibilidad de que los esforzados ahorradores se queden sin rendimientos y, a la vez, sus participaciones pierdan valor con el tiempo. Todo un chollo para el banco, como suele ser habitual con este tipo de productos financieros. Ahora cabe preguntarse, ¿quién se cree que Bancaja vaya a pagar un 32% anual dada su situación financiera y teniendo en cuenta que puede decidir no pagar intereses si lo considera conveniente?

 Las entidades no pagarán los intereses acordados si no existe suficiente beneficio distribuible. La rentabilidad de las preferentes está condicionada a los resultados económicos. 

 No se deje engañar 

En otras ocasiones las participaciones preferentes se dirigieron a clientes institucionales y a grandes inversores los cuales comprendían los riesgos y conocían perfectamente el mercado. Sin embargo, estos inversores ya no caen en la trampa de la banca con estas preferentes por razones obvias. Es por ello que las entidades financieras intentan colocar ahora las participaciones preferentes usando la red de oficinas y dirigiéndolas al pequeño ahorrador. La falta de información completa sobre los riesgos y condiciones alerta sobre la nula conveniencia que este producto tiene para los pequeños ahorradores. Si en la oficina de su banco le ofrecen preferentes y se las venden como la panacea contra las bajas rentabilidades de los demás productos, desconfíe. Recuerde que las participaciones pueden perder valor, el rendimiento no está garantizado, son difíciles de vender, el banco puede amortizarlas tras cinco años y en caso de quiebra perdería el ahorro.

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