No todos los jóvenes de España, a la cabeza de Europa en las estadísticas, viven en casa de sus padres hasta los treinta, disfrutando de todas las ventajas que eso conlleva. Hay muchos que, al no disponer de liquidez o apoyo para costearse unos estudios superiores, desafían las leyes de la gravedad y contratan alguno de los créditos que las Bancos y Cajas han diseñado para este fin.
A pesar de que la publicidad engañosa que los envuelve “suaviza” sus condiciones, muchos de estos préstamos alcanzan los tipos de interés y las comisiones de otros créditos destinados a personas más solventes. La posibilidad de una fidelización tan temprana, hecho ante el cual las entidades se frotan las manos, provoca que éstas no duden en desplegar todas sus armas de márketing para dar caza al nuevo cliente.
Allí donde haya una necesidad, el banco te pondrá un crédito
En un intento más de captar nuevos clientes, Bancos y Cajas discurren todo un abanico de posibilidades para “cubrir” las necesidades de los jóvenes de hoy. Entre la variada oferta de créditos destinados a ellos (los hay destinados a financiar un coche, el carné de conducir o comprar un ordenador, entre otros), Bancos y Cajas ofrecen también préstamos especiales para financiar estudios universitarios o de posgrado.
La mayoría de ellos, como el Banco Santander, oferta dos tipos diferentes de préstamos: uno para financiar estudios universitarios y otro para posgrados. Ambos están destinados a cubrir los gastos de la matrícula, libros, etc. El Banco Popular amplía la oferta con un crédito destinado a financiar cualquier curso cuya matrícula sólo necesite un solo pago. La misma posibilidad da el “Préstamo Matrícula Universidad” de Ibercaja, orientado a cursos de danza, música, idiomas o informática
Tengamos criterio: impidamos la fidelización excesiva
Es importante que se tenga criterio a la hora de pedir un préstamo. Porque nuestros padres tengan sus ahorros en un banco, éste no tiene por qué tener la oferta que más nos convenga a nosotros. ADICAE recomienda, buscar y comparar hasta encontrar las condiciones menos perjudiciales para cada caso concreto, y recuerda que siempre es posible negociar tanto las cantidades como los tipos de interés y las comisiones de los créditos.
Además, hay que evitar caer en las trampas que nos tienden las entidades, que “disfrazan” las condiciones de los préstamos para captarnos. Por ejemplo, el “Préstamo Estudios” de La Caixa permite al estudiante volver a disponer del capital amortizado en cualquier momento, por lo que el estudiante corre el peligro de endeudarse sistemáticamente y convertirse en “el deudor eterno”.
Condiciones “blandas”
Las condiciones de estos préstamos varían mucho en función del Banco o Caja que los concede y del uso que el consumidor hace de ellos. Los montos oscilan entre los 1.200 y 10.000 euros, y los intereses son un poco más bajos en algunos casos, como en los créditos del Banco Popular y el Santander, que toman el Euribor +0,5 el primer año y +1 el resto, como tipo de interés. Pero otras entidades, como La Caixa e Ibercaja, llegan a cobrar este índice +2 o a mantener un tipo fijo en algunos casos de entre el 7,5% y el 8,5%.
Respecto a las comisiones, aunque algunos como Ibercaja y La Caixa se ahorran las de apertura, en otras entidades radican entre el 0,5% y el 1,25%, mientras que las de amortización anticipada alcanzan normalmente el 1,5% y pueden llegar hasta el 3%, como en el “Estrella Estudios” de La Caixa.
Otras limitaciones: avales y períodos de carencia
Por otra parte, también existen limitaciones a la hora de pedirlos: la edad de los estudiantes suele acotarse entre los 18 y los 30 años, y algunas entidades piden un avalista (suelen proponer a los padres, por lo que la familia no se salva en caso de insolvencia del joven).
Otras ofrecen periodos de carencia, una de las mayores desventajas que además se vende como una “ayuda” al cliente. Durante este tiempo el estudiante puede pagar sólo los intereses del préstamo sin tener que atender a las amortizaciones de capital -mensualidades-. La trampa se esconde en que, al no pagar las mensualidades, los intereses que deberá pagar durante este tiempo se calcularán sobre el monto que queda por pagar, es decir, sobre el importe total del préstamo, y acabará pagando más al banco.
Además, tendremos que soportar las condiciones de la entidad en el caso de que nos condicione a contratar otros servicios -por ejemplo tarjetas-, o sus agresivas campañas de márketing. Es usual someter al consumidor a esta presión en un intento de no perder un cliente joven, al que poder “encasquetarle” todos sus productos a lo largo del ciclo de la vida (préstamo para el coche, hipoteca, seguro de vida, plan de jubilación).
Por todo esto, tenemos que tener claro que, a pesar de que las condiciones de las entidades privadas parezcan en un principio «amigables» para un joven que desconoce el mundo financiero, siempre será más beneficioso para el estudiante disponer de un crédito oficial.
Algunos consejos
Antes de contratar un crédito es importante que el estudiante consulte las condiciones con la asociación de consumidores ADICAE, que también le podrá orientar para negociar con la entidad el cambio de las mismas.
También es muy importante encontrar la mejor relación entre el plazo del crédito -cuánto tiempo va a durar nuestra deuda- y la cantidad mensual a abonar, teniendo en cuenta nuestros recursos y nuestra capacidad de resolver la deuda. No hay que olvidar que cuanto más se alargue, cada mes pagaremos menos cantidad de dinero pero más intereses, y acabaremos regalando más dinero al banco.