Los seguros realizan sus campañas publicitarias a partir de la información que el consumidor le da a la entidad bancaria o a un tercero (mediador, agente o corredor). Los bancos conocen nuestros datos, no sólo señas personales, sino la existencia de una hipoteca, el pago de un alquiler, si tenemos coche o moto… Y proporcionan esa información a la compañía de seguros de su mismo grupo para ofertar seguros.
La Ley de Protección de Datos de Carácter Personal estima que “los datos de carácter personal objeto de tratamiento no podrán usarse para finalidades incompatibles con aquellas para las que los datos hubieran sido recogidos”. Es necesario que los consumidores sepan en todo momento para qué finalidad y a quiénes ceden sus datos personales, por lo que no deben cumplimentar los cuestionarios de manera rápida, sino atendiendo muy conscientemente a la letra pequeña y rechazando cualquier tipo de cláusula que suponga recibir publicidad.
Además, el consumidor debe tener en cuenta que tiene en su mano los derechos de acceso, rectificación y cancelación de sus datos personales de los que puede hacer uso sin ningún coste. En todo caso, si ya es víctima de esta práctica, presente un aqueja ante su entidad o al seguro que le bombardea para exigir que dejen de enviarle publicidades indeseadas.