Ni los centenares de miles de procedimientos de ejecución hipotecaria emprendidos en España durante la crisis, ni los parches normativos y ejecutivos aprobados para maquillar el drama hipotecario, están sirviendo para atajar la morosidad en los préstamos para adquisición de vivienda. Ésta sigue en aumento, tal y como reflejan los datos de la Asociación Hipotecaria Española correspondientes a saldo vivo hipotecario y tasa de dudosidad.

Baste este dato para ilustrarlo. En marzo de 2013, con 856.000 millones de saldo vivo en préstamos para adquirir vivienda, la tasa de morosidad estaba en el 4,2%, lo que implicaba que 35.952 millones de euros eran de dudoso cobro. Año y medio más tarde, el saldo vivo en hipotecas y créditos para compra de vivienda ha descendido pronunciadamente fruto de la ralentización en su concesión, pero la tasa se ha disparado; así, en agosto de 2014 el saldo vivo se quedaba en 738.000 millones de euros, pero la tasa de mora era ya del 6,3% para un volumen de 46.510 millones de euros.

Esto es, entre finales de invierno de 2013 y finales de verano de 2014, 10.558 millones de euros más en créditos que no están pudiendo ser pagados por los consumidores, un volumen cerca de un 30% superior, casi 20 millones de euros que diariamente pasan a ser considerados de cobro dudoso y, por lo tanto, quedan a la espera de procedimientos que desembocan en la ejecución de las hipotecas o la pérdida de la vivienda del deudor.

La tasa de morosidad en los préstamos para adquisición de vivienda mantiene un incremento ininterrumpido y alarmante desde que el drama hipotecario estalló plenamente. Siguen siendo los consumidores el sector más cumplidor de entre todos los medidos por las entidades financieras, pero también es el más sensible, el menos protegido y el que sufre las consecuencias más dramáticas; medio millón de ejecuciones hipotecarias desde 2008, cien mil de ellas en los últimos dos años, son buena prueba de que sigue estando pendiente una regulación real del sobreendeudamiento de las familias.

Más aún. Los datos de AHE muestran que la morosidad entre los consumidores va ganando peso en las tasas de morosidad global, a pesar de los esfuerzos titánicos de las familias para atender sus obligaciones crediticias. Cerca del 20% del crédito total dudoso es ya para adquisición de vivienda, una tasa que estaba poco por encima del 10% hace dos años. Es por ello que se hace indispensable la adaptación de la Ley Concursal en España para que las personas consumidoras puedan tener acceso a una reestructuración ordenada de su deuda, como ocurre con las empresas.

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