El Banco de España ha intervenido el Banco de Valencia a causa de su delicada situación económica. Un rescate que consiste en la inyección directa de capital público a través del FROB –1.000 millones de euros- y la apertura de una línea de crédito de 2.000 millones de euros para “asegurar su liquidez”. El actual equipo gestor de la entidad será sustituido por José Manuel Oliver Martínez, Margarita Reyes Medina y Fernando Viladomat Carreras que, en nombre y representación del FROB ejercerán las funciones y facultades que corresponden al FROB en su condición de administrador provisional.
A partir de ahora el FROB administrará el Banco de Valencia, controlado por Banco Financiero y de Ahorro (BFA), matriz de Bankia, «con el objetivo de estabilizarlo y recapitalizarlo y así hacer posible una posterior enajenación a otra entidad mediante un proceso competitivo. Con respecto a una posible fuga de capitales, el Banco de España asegura que «los depositantes y acreedores pueden estar absolutamente tranquilos ya que las decisiones adoptadas hoy garantizan que Banco de Valencia podrá seguir operando con normalidad y cumplirá con todas sus obligaciones frente a terceros».
Banco de Valencia pertenece a Grupo Banco Financiero y de Ahorros (BFA), un grupo presidido por el ex ministro popular en la época de Aznar Rodrigo Rato, del que también forman parte Caja Madrid, Bancaja, Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja, que se constituyeron como banco en diciembre de 2010. El resultado: Bankia. BFA ostenta una participación financiera del 27,3% en Banco de Valencia a través de su participación del 69,98% en Bancaja Inversiones SA.
BFA tiene un déficit de 1.140 millones, que deberá cubrir para junio de 2012, aunque ha asegurado en un comunicado remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que la intervención de Banco de Valencia no tendrá «un impacto significativo» en su solvencia. Unas palabras que podrían traducirse en que al grupo le importa poco o nada la mala salud económica de Banco de Valencia, ya que de sanearla ya se ocupará el Banco de España a través del FROB, es decir, todos los contribuyentes.
Crónica de una muerte anunciada
El Banco de España inició una supervisión «rutinaria» de Banco de Valencia en noviembre de 2010, según fuentes del sector bancario. Unos meses después, entre febrero y marzo, la mala gestión de la entidad quedó patente y comenzaron a llegar advertencias al consejo de administración de que iba a ser necesario su rescate.
El hundimiento del mercado inmobiliario y la aparición de créditos con escasa cobertura anticipaban un futuro complicado. Sin embargo, los requerimientos del Banco de España coincidieron con la salida a Bolsa de Bankia. Colocar Bankia era la gran prioridad, por lo que la atención no se centró en Banco de Valencia precisamente, que se veía como un problema residual. Además los avisos del Banco de España llegaron al banco cuando el consejero delegado durante décadas, Domingo Parra, cuestionado por el consejo de administración, empezó a tener bajas médicas intermitentes pero prolongadas. Parra también mantuvo discrepancias con los inspectores del Banco de España. En esta situación fue cuando José Luis Olivas, vicepresidente de Bankia y anteriormente presidente de Bancaja, se convirtió en primer ejecutivo del Banco de Valencia.
Sólo entonces, cuando el problema ya estaba a punto de estallar, se buscó comprador para el banco. Sin embargo, la desastrosa situación de los activos y los vencimientos pendientes ahuyentaron a los posibles compradores. El barco se hundía. El 31 de octubre Olivas dimitió por entender que su cargo era incompatible con la vicepresidencia de Bankia. Pero llevaba casi ocho meses compatibilizando ambos cargos y dejaba la entidad cuando su situación ya era crítica. En su lugar se colocó a Aurelio Izquierdo, que fue nombrado presidente y consejero delegado.
Banco de Valencia, cuyo peso en el sistema bancario español es del 0,74% del total de los activos, había realizado una excesiva apuesta por el mercado inmobiliario, con una gestión francamente deficiente. La entidad tiene unos activos problemáticos por valor de 3.995 millones de euros, el 18’5% del total. Además tiene problemas de liquidez y no está pudiendo descontar activos en el Banco Central Europeo, lo que le genera dificultades para satisfacer sus pagos.
¿Falseó sus cuentas Banco de Valencia?
Además del escándalo que ya supone de por sí que cualquier entidad bancaria precise de dinero público para subsistir la gravedad aumenta cuando dicha entidad falsea sus cuentas. Los últimos resultados presentados por Banco de Valencia arrojaron cifras positivas, por lo que los directivos de la entidad podrían enfrentarse a sanciones si el agujero financiero es mayor del esperado. El Banco de Valencia presentó sus últimos resultados en el pasado mes de julio, correspondientes al primer semestre del año, y en los cuales declaró un beneficio de 16,74 millones, un 64,2% inferiores a los del mismo período de 2010.
Ahora el consejo de administración del Banco de Valencia y especialmente su anterior consejero delegado Domingo Parra, destituido el 7 de octubre, se enfrentan a posibles sanciones si la auditoría del FROB arroja unas pérdidas de la magnitud que se adivina.
No obstante, las sanciones que prevé la legislación vigente por hundir una entidad de crédito son irrisorias en comparación con el perjuicio causado. Como máximo, los dirigentes de Banco de Valencia serán sancionados con 500.000 euros. El sueldo de Olivas ascendía a, como mínimo, 3 millones de euros al año entre fijo y variables. Juzguen ustedes las ‘molestias’ que le causarán las posibles sanciones.