Desde el verano de 2007 ADICAE y sus publicaciones, La Economía de los Consumidores y la revista Usuarios, anunciaron la explosión de la burbuja inmobiliaria y las graves consecuencias que traería para los consumidores y usuarios la crisis y la larga duración de la misma con las consecuencias y secuelas que tendríamos que superar durante muchos años.

El tiempo no sólo ha dado la razón a nuestros análisis, sino que también ha descubierto que, en conexión con la llamada “crisis financiera internacional y europea” la crisis española nos coloca en lo que algunos quieren ver como “al borde del abismo”. Muchos quieren aprovechar esta situación, bajo interesados análisis macroeconómicos neoliberales y dogmáticos, para imponer un nuevo dominio todavía más favorable a sus intereses antisociales, y por qué no decirlo, incluso antieconómicos y sin salida.

Ciertamente, no somos Grecia, Portugal o Irlanda (países rescatados hasta el momento), pero estamos considerados en una situación estructuralmente parecida en Europa y en el mundo. Estamos en lo que peyorativamente los anglosajones llamaron “PIGS” (cerdos) del sur de Europa (Portugal, Ireland, Greece, Spain), o por lo menos así nos tratan en estos momentos hasta en la propia Eurozona.

Había y hay una crisis económica, política y social española específica y profunda que para nosotros podría ser definida como endeudamiento y sobreendeudamiento de las empresas y de las familias y posteriormente del Estado que por la explosión de la burbuja inmobiliaria ha conducido al estancamiento y la recesión además a un deterioro de la política y la democracia. Ahora bien, eso que vulgarmente y con un punto de cinismo algunos han definido como “vivir por encima de nuestras posibilidades”, para ser serios habría que definirlo y analizar quién ha vivido por encima de sus posibilidades. Está claro que han vivido por encima de sus posibilidades y en medio del derroche y la corrupción casi todas las administraciones públicas y sobre todo la clase dirigente política, económica y bancaria.

Los ciudadanos que efectivamente lo han hecho han acabado en uno de los mayores dramas, los de los desahucios, embargos,… y otros muchos más han pagado las consecuencias con el paro, la disminución de todo tipo de subsidios y las dificultades para llegar a fin de mes. Y todos los consumidores y ciudadanos nos hemos visto progresivamente obligados a pagar los trastos rotos, sin que los responsables de este desaguisado monumental hayan pagado por ahora nada.

Frente al confusionismo generado desde diversos sectores económicos y políticos que pretenden hacernos creer que no hay otra alternativa que la resignación a pagar la crisis económica española a escote y en una igualdad injustificable, desde ADICAE pensamos que hay alternativas para los consumidores y ciudadanos, que las hemos ido planteando aunque se nos haya ninguneado prácticamente desde todos los sectores y desde luego desde el sector conservador y neoliberal e incluso desde sectores políticos y sindicales, por sus planteamientos de mera perspectiva política o sindical tópica, poco innovadora en unas circunstancias como las actuales. Todos ellos parecen anhelar fervientemente la vuelta al “paraíso perdido” del consumismo y el endeudamiento, a lo que ADICAE ha contestado y contestará que no se puede volver a paraísos perdidos desde la perspectiva de una crisis y recesión mundial de estas características. Los consumidores, los trabajadores y los ciudadanos sólo podemos tomar la lección que tan graves consecuencias ha tenido y prepararnos para que la nueva situación económica, y hasta la nueva sociedad a la que parece apuntar, nos permitan conquistar nuevos y mejores derechos y vivir mejor, pero no de la misma manera consumista y manipulada a la que nos condujo el llamado Estado de Bienestar.

Para los consumidores y usuarios, y para otros sectores ciudadanos, el centro de la crisis ha sido el crédito y el ahorro. Pero nosotros decimos que no eran ni el crédito ni el ahorro, bienes económicos y sociales evidentes, sino el abuso, abuso, abuso, o el mal uso, mal uso, mal uso, el fraude, fraude, fraude, o la ignorancia o confianza desmedida en las instituciones financieras por parte de los consumidores, que se han dejado manipular abiertamente por aquellos que son usufructuadores y culpables de la crisis, y que ahora pretenden usufructuar todavía más la salida de la misma a su medida. No hay sociedad desarrollada sin crédito y ahorro, y por tanto es una estupidez interesada decir que sólo se puede gastar lo que se ingresa, que en un caso extremo supondría volver al trueque primitivo.

Los rescates financieros y la recesión económica no son más que instrumentos del dominio económico-financiero mundial y europeo que se quiere instalar definitivamente como sistema. La salida de la crisis para los consumidores puede ser, como querrían algunos, en falso, la vuelta al pasado manipulado y consumista con tres vueltas de tornillo más a los consumidores, trabajadores y ciudadanos, o el consumo responsable como calidad de vida y la democracia participativa como instrumento económico, político y social para resolver los problemas.

En este número de La Economía de los Consumidores, como en otros, hay muchas alternativas que pueden orientar una salida de la crisis, tanto individual como colectiva, que esperemos que sean recogidas por instituciones de todo tipo.

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