Menos entidades financieras, pero más para ellas, especialmente para las cinco más grandes. Así se resume el balance de la reestructuración bancaria que comenzó en España con la llegada de la crisis económica y que, atendiendo al resultado, ha obtenido exactamente lo que pretendía, a costa eso sí de los consumidores y los ciudadanos. Así lo refleja el Banco Central Europeo en su informe de estructuras bancarias, que atestigua cómo España es uno de los pocos países de la Unión Europea en los que el peso relativo del sector financiero respecto de la riqueza nacional ha aumentado entre 2008 y 2012.
Un sector financiero, además, controlado por menos manos. El BCE contabiliza poco más de 300 marcas bancarias con presencia en España, frente a las casi 400 que había al comenzar la crisis económica. La reestructuración bancaria española ha traído consigo fusiones y concentraciones financieras que han conseguido reducir la oferta bajo los parámetros de la «sostenibilidad» del sistema financiero español impuestos desde las instituciones económicas internacionales. Esos mismos parámetros obligaron también a un rescate, a poner dinero de todos para el sostenimiento de la banca.
Ese rescate en España se ejecutó en una doble vía. La primera, de manera directa, 170.000 millones de euros inyectados por todos los ciudadanos en forma de avales, adquisición de activos tóxicos, subvención pura y dura… Con el soporte de la Unión Europea. Y otros al menos 80.000 millones más aportados por los consumidores, en forma de ahorros atrapados en participaciones preferentes, cláusulas suelo hipotecarias aplicadas y cobradas irregularmente, e infinidad de abusos, comisiones, gastos innecesarios, con los que la banca engorda su cuenta de resultados y mejora sus ratios de liquidez a costa del consumidor.
Más, en menos manos
El resultado de esta reestructuración ha sido fantástico para los intereses de la banca. El balance del Banco Central Europeo confirma que la banca tiene activos por valor del 380% del PIB español, esto es, casi cuatro billones de euros. Este volumen, además, ha ido subiendo en estos años de crisis, contrariamente a lo ocurrido en la mayor parte del resto de países europeos. En España los activos bancarios en 2008 eran del 330% sobre el PIB español, no llega a 3,5 billones de euros, con lo que ha incrementado su peso un 15%; sin embargo, en Francia esta evolución ha sido de menos 10%, y en Alemania de -25%.
Un aumento de este volumen, concentrado en menos entidades financieras, implica una mayor concentración de riqueza en menos manos, esto es, un oligopolio. Que el Banco Central Europeo confirma al avanzar otra estadística dentro de su informe fechado este 4 de noviembre: el peso de los cinco mayores bancos españoles dentro de este reparto de activos crecientes ha subido también de manera exponencial. En 2008 los cinco grandes tenían el 42% de los 3,5 billones en activos de la banca española. En 2012, esas cinco firmas, que han sobrevivido a la reestructuración fagocitando a numerosas entidades, poseen el 51% de los casi 4 billones de euros en activos contados en 2012.
Toque a la banca este jueves
Son cinco grandes, además, de titularidad española, los cinco grandes que tradicionalmente han dominado la banca en España, repartidos entre Madrid y Barcelona, y sobre los que pivotará una nueva estructura financiera en un país todavía castigado por la crisis y con los consumidores en situación preocupante cuando no dramática. Perdida la filosofía social de las cajas de ahorro, minimizado el enfoque local y territorial de la mayoría de entidades, y sangradas las arcas públicas y el bolsillo de los consumidores, la banca sale del rescate en situación óptima.
Mientras, los ciudadanos sufren en sus carnes los efectos de una crisis para la que los poderes no ven más solución que volver a lo de antes. Algo que los consumidores no podemos ni debemos aceptar. Es por ello que ADICAE organiza un nuevo toque a la banca, este jueves 7 de noviembre, con concentraciones en numerosas ciudades españolas para protestar por las injusticias del sistema financiero español.