Las cajas de ahorro deberían ser, a diferencia de los bancos, entidades sin ánimo de lucro ya que así lo recogieron en sus estatutos fundacionales, como reflejo de la identidad de las entidades que impulsaron su creación: Montes de Piedad, entidades filantrópicas, organizaciones con fines sociales, entre otros… pero adaptadas a la realidad social y económica actual.

Sin embargo, en los últimos 30 años, esa característica que las diferenciaba de cualquier empresa y, especialmente de los bancos, se ha ido perdiendo, al menos a juzgar por la forma con la que actúan en el mercado, abusando reiteradamente de los consumidores.

En ese marco las cajas crearon su Obra Social, un conjunto de actuaciones que se nutren de los beneficios que obtienen las entidades con su actuación empresarial. Pero, en los últimos años, las cajas han ido reduciendo las aportaciones que hacen a esa función.

Según los datos de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), recogidos en el número de diciembre (225) de su publicación ‘Cuadernos de Información Económica’, esa tendencia se agudizó el año pasado, cuando el conjunto de la Obra Social de las cajas sumó 1.462 millones de euros, un 17,7% menos que un año antes. Esa cifra supone que la aportación de las cajas en 2010 a su Obra Social fue similar a la que realizaron en 2006, lo que significa un considerable retroceso.

 Riesgo de que aumente la pobreza 

Según el director de la Obra Social de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), Carlos Baladó, autor del estudio, «si no se atajan rápidamente las situaciones de exclusión, existe un riesgo creciente (…) de unos niveles de pobreza superiores a los de las cuatro últimas décadas».
Según los datos de Funcas, las actuaciones principales de la Obra Social de las cajas en 2010 fueron en asistencia social y sanitaria, cuyas inversiones sumaron 667 millones de euros; en actuaciones culturales y de tiempo libre (451 millones); en educación e investigación (235 millones) y en patrimonio histórico, artístico y natural (110 millones).

Es preciso pedirles a las cajas de ahorro, independientemente de su transformación en entidades bancarias con ánimo de lucro, fundaciones u otras estructuras societarias, que mantengan sus aportaciones a la Obra Social que, además, forma parte del origen de estas instituciones. Algo que, a la vista de los datos, no están haciendo. Si a ello le sumamos los múltiples abusos a que someten a los consumidores –cláusulas hipotecarias abusivas, comercialización al por mayor de productos tóxicos como las participaciones preferentes,…-, también están contribuyendo al empobrecimiento de la población y del territorio.

Es preciso denunciar nuevamente que las cajas de ahorros han pervertido la finalidad de su Obra Social, que en muchas ocasiones es puro marketing al servicio del poder político y financiero –escuelas de negocios, ciclos de conferencias macroeconómicas…-. Además, si el dinero destinado a la Obra Social se consigue, entre otras cosas, abusando de los consumidores… ¿de qué sirve la Obra Social de las cajas de ahorros? ¿No sería mejor refundarlas y que volvieran a ser lo que en su día fueron, es decir, entidades respetables que cumplían una interesante labor social?

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