¿Es sostenible el sistema público de pensiones? ¿Son necesarias las pensiones privadas como complemento? El debate está servido. Desde el año pasado, por ley la actualización de las pensiones ha quedado desvinculada del IPC, pasando a depender del llamado Factor de Revalorización Anual; una decisión que, hasta el momento, ya ha supuesto una pérdida de poder adquisitivo real para los pensionistas. Mientras tanto, los beneficios fiscales de los que disfrutan los planes privados favorecen que, a mayores aportaciones, mayor desgravación; las grandes fortunas salen ganando, mientras que para los medianos y pequeños ahorradores la reducción de la base imponible del IRPF les supone un ahorro bastante más modesto.
En este contexto, desde la patronal de las aseguradoras, se trata de fomentar la contratación de pensiones privadas, no ya apelando a los ahorradores, sino a que los políticos lancen el mensaje de que es necesario complementar las pensiones públicas. Han llegado incluso a remitir una misiva a los diputados que forman parte de la Comisión de seguimiento del Pacto de Toledo, el foro en el que se debate el futuro del sistema estatal. A pesar de esta ofensiva, la realidad de los planes privados sigue invariable: escasa rentabilidad, altas comisiones, y limitada liquidez. También la Seguridad Social envía cartas. En su caso a los cotizantes mayores de 50 años para comunicarles cuál será su expectativa de pensión de jubilación. Una forma más de incentivar el ahorro privado para la jubilación.
Un cúmulo de desventajas para los ahorradores
La principal desventaja de los planes de pensiones es su limitada liquidez, el consumidor tiene que pensar que, salvo en casos muy concretos, no podrá disponer del dinero de las aportaciones realizadas y sólo podrá rescatarlo en el momento de la jubilación. El dinero se puede rescartar solo en caso de paro de larga duración o enfermedad, y siempre con una penalización. Por tanto, es un producto que, en caso de un imprevisto, deja al consumidor con escaso margen de maniobra.
Comisiones por las nubes
Otro lastre que arrastran los planes privados son sus altísimas comisiones, señalado incluso por un informe de la OCDE sobre el sistema de pensiones en España. Según los datos de este organismo, España es el segundo país de la Unión Europea en comisiones, solo detrás de la República Checa: una media del 1,5% anual sobre la inversión. Frente a esto, las gestoras de países como Dinamarca aplican de media un 0,1%.
Escasa rentabilidad
El tercer gran obstáculo, pero no menor, para que los planes de pensiones puedan considerarse como complemento al sistema público son las escasas rentabilidades que ofrecen. Si bien las estadísticas mensuales y trimestrales que proporciona INVERCO (Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de pensiones) muestran cierto repunte en las rentabilidades de los planes, si se amplía el campo de visión la fotografía cambia por completo.
Un estudio sobre la rentabilidad de los fondos de pensiones en España, elaborado por los profesores e investigadores Pablo Fernández, Pablo Linares y Pablo Fernández Asín, desvela que los fondos con 15 años de vida -esto es, constituidos en 1998-, apenas arrojaron una rentabilidad media de un 1,53%, mientras que la de los bonos del Estado por un mismo periodo fue del 4,4% y la del IBEX 35 fue del 4%. Según este estudio, entre los 257 fondos de pensiones con 15 años de historia, sólo 4 superaron la rentabilidad del IBEX 35, y sólo 3 superaron la rentabilidad de los bonos del Estado a 10 años. Y lo que es más grave, 25 fondos tuvieron durante ese periodo una rentabilidad promedio negativa.
La desgravación fiscal como gancho, también cuestionable
Otro de los argumentos que sostienen las entidades para resaltar el “atractivo” de estos productos son las ventajas fiscales. Es cierto que el participe durante la vigencia del plan podrá deducirse en el IRPF las aportaciones, pero también lo es que cuando rescate el plan de pensiones en su liquidación, el capital tributa al 21%. Asimismo, los ‘regalos’ (desde aparatos tecnológicos a bicicletas, pasando por jamones u ollas a presión) que ofrecen como gancho las entidades para contratar estos productos, a efectos fiscales se consideran rendimientos del capital mobiliario, de manera que el consumidor deberá pagar a Hacienda por ellos.
Diferentes modelos de pensiones para diferentes países
Holanda, eficiente y seguro. En Holanda, se empieza a cotizar para la pensión una vez el consumidor cumple 15 años, sólo por el mero hecho de vivir ahí. Por cada año que pasa y mientras viva en Holanda, va acumulando un 2% de la pensión pública completa (que es una cantidad que fija el Gobierno y es la misma para todo el mundo, independientemente de los ingresos que haya tenido), y así sucesivamente hasta que se hayan cotizado.
Prácticamente todo el mundo se hace un plan de pensiones privado y, aunque no es obligatorio para las empresas, muchas de ellas aportan mensualmente una cantidad a ese plan de pensiones privado de sus trabajadores. La suma de todos los elementos configura un sistema en el que los jubilados holandeses cobran de media el 88% del último salario que disfrutaron.
Canadá, modelo mixto y sostenible. Hay dos tipos principales de pensiones en la Seguridad Social canadiense: la universal (Old Age Security Pension) pública, y las contributivas (Canada Pension Plan, Régime de Rentes du Quebec. La Old Age Security Pension y sus prestaciones complementarias constituyen un sistema de protección universal, aunque vinculado a las rentas de que se dispone, que actúa a partir del cumplimiento de los 65 años.
Las personas mayores con ingresos más bajos pueden acceder a prestaciones complementarias. El Canada Pension Plan constituye el sistema contributivo de pensiones y, a través de él, se puede acceder a prestaciones de jubilación, de incapacidad permanente y de supervivencia, cuya cuantía está relacionada con el salario que se percibía. La cuantía de la pensión depende de lo cotizado.
Francia, similar al español. En Francia, el sistema de pensiones se basa en líneas generales en el principio de la repartición. El sistema se apoya sobre dos pilares; el primero es público, conocido como régimen general abonado por la Caja de la Seguridad Social. El segundo corresponde a los regímenes complementarios obligatorios concerniente a las Cajas de pensiones que cubren casi todo el conjunto de asalariados. El régimen complementario es gestionado por los agentes sociales (sindicato y patronal) y prevé casos de invalidez o bajas de larga duración.
A lo largo de los últimos años, se ha desarrollado un tercer pilar facultativo basado en un tipo de ahorro para la jubilación. El sistema se asemeja a una especie de seguro de vida para recuperar ahorro en la vejez.
Chile, excesivo poder de la banca.
El Sistema de Pensiones de Chile se basa en tres pilares básicos, el pilar solidario, el contributivo obligatorio y el de ahorro voluntario. El pilar solidario tiene como fin el de prevenir la pobreza. Por ello, se creó la pensión no contributiva y el complemento a la pensión contributiva, apenas un 10% del total de la pensión.
El segundo pilar, hace referencia a la aportación obligatoria, capitalizada de forma individual por empresas privadas. La ley fija una tasa del 10% del sueldo como aporte. Las empresas administradoras de los fondos invierten ese dinero, para obtener intereses.
El tercer pilar se refiere al ahorro voluntario. Este modelo, puesto en valor por los expertos vinculados a la banca, está ahora en entredicho por las bajas pensiones que está otorgando.
Diseñe usted mismo su ahorro para la jubilación
El consumidor puede diseñar por sí mismo su propio plan de jubilación mediante la contratación de uno o varios productos de ahorro que le van a ofrecer rentabilidades similares, pero con la tranquilidad de no tener su dinero comprometido durante lustros.
Cuenta nómina, depósito y cuenta de ahorro
Así, por ejemplo, un consumidor que parta de una cantidad de 25.000 euros puede utilizar herramientas on-line, como el comparador de depósitos de ADICAE y visitar sucursales bancarias en busca de productos seguros con una rentabilidad atractiva que se adapten a sus necesidades. El consumidor encuentra una cuenta nómina que tiene un interés del 5% durante el primer año y del 2% el segundo año. Esta cuenta remunera una cantidad máxima de 5.000€. Decide contratar un depósito a plazo fijo al 2,25% durante un año y coloca en él 15.000€ (obtiene 337,5€); también contrata la cuenta nómina. Tiene un saldo de 5.000€ y durante los dos años de vigencia obtiene 350€. Los 5.000€ restantes decide colocarlos en una cuenta de ahorro remunerada al 1,75% y donde el dinero está siempre disponible, obtiene 87,5€.
Deuda pública
Otra opción supuesta podría ser colocar sus ahorros en deuda pública, ya que piensa que muchos fondos de pensiones inviertenen ese activo y prefiere hacerlo por su cuenta. Obtiene un interés anual del 3,514%. Al año los cupones generan aproximadamente 878,5€, ya que invierte los 25.000€. La jugada en principio parece acertada ya que la rentabilidad es mayor que la de los planes de pensiones. Pasados dos años atraviesa una mala situación económica y se avería su coche, por lo que se ve obligado a vender las obligaciones obteniendo una pérdida. La única manera que garantiza no tener pérdidas es mantener las obligaciones hasta el vencimiento.
Depósito y fondo de inversión
En un tercer supuesto, el consumidor decide contratar un depósito al 2,25% TAE a 36 meses con una penalización por reembolso anticipado del 2%. Esta penalización no podrá superar a los intereses brutos generados hasta entonces. Decide colocar 15.000€ en ese producto por el que obtiene anualmente unos intereses de 337,5€ y 10.000 en un fondo de inversión de renta fija cuya rentabilidad a 5 años es del 2,91%, por lo que anualmente, sin tener en cuenta las comisiones obtendría 291€. Pasados dos años atraviesa por una situación económica complicada y acude a su sede de ADICAE, donde tras examinar las condiciones del fondo de inversión los técnicos detectan que existen unas ventanas de liquidez, determinadas fechas en las que el consumidor podrá rescatar los 10.000€ sin afrontar ninguna comisión de reembolso.
Queda demostrado que hay productos financieros que son más interesantes en rentabilidad para los consumidores que los planes de pensiones, también pueden resultar más convenientes que éstos.