Llamadas por teléfono, visitas a domicilios y comercios… Las grandes entidades financieras no escatiman en medios para vender las tarjetas que periódicamente lanzan al mercado. Con ellas, y bajo el señuelo de grandes ventajas y descuentos, sólo están promocionando un sistema perfecto para obtener jugosos beneficios gracias a las comisiones.

Grandes entidades financieras están llevando a cabo programas de captación para nuevos clientes que quieran adquirir una tarjeta de crédito, en cuya venta no se explican detalladamente los gastos y comisiones que se aplicarán. La flexibilidad de pago frente a las tarjetas de débito, en las que el importe de la compra se retira al instante de la cuenta corriente, es el principal argumento utilizado por la banca.

Firmas como Barclays, Citibank o CaixaCard – filial de CaixaBank- llevan varios meses llamando a los domicilios de los consumidores intentando captar su atención con ventajas y con la posibilidad de aplazar pagos hasta dos meses. En el proceso de captación, sin embargo, se pasa por encima la información referente a las comisiones y gastos que acarrean este tipo de contratos, que representan pequeños préstamos periódicos a los usuarios del mismo y que siempre vienen acompañados por el cobro de intereses.

Entre otros, Barclays aplica comisiones de un mínimo de 3 euros para sacar dinero de cajeros de la misma entidad, Santander más de 45 euros por la emisión de la tarjeta y por la renovación o un mínimo del 2% de interés nominal para compras si operamos con una de las tarjetas de Citybank.

De esta forma, las entidades están cobrando a los consumidores intereses por adelantar una cantidad que luego ellos retirarán directamente de la cuenta bancaria a la que esté asociada, que no tiene porqué ser de la misma entidad.

El principal peligro de este tipo de tarjetas de crédito es que, por falta de previsión, se produzca un descubierto en la cuenta. En ese caso, y según figura en la letra pequeña de los contratos, se deberá pagar entre 35 y 39 euros, según la entidad, a modo de penalización. El abono de esta cantidad no guarda relación con el importe de la deuda, que deberá ser igualmente subsanada con los intereses oportunos. Además, se reservan en muchas de ellas el derecho a trasladar los datos personales del titular de la tarjeta a una lista de morosos sin previo aviso al afectado.

Cabe resaltar que el consumo privado en España mediante tarjeta no ha parado de crecer en los últimos años. Desde 2005, casi se ha multiplicado por cuatro los saldos pendientes al pasar de 26.000 millones de euros de 2005 a 89.100 millones al cierre de 2012, algo que ya denunció ADICAE este verano. La banca espera que siga creciendo y que el 20% de las transacciones se lleven a través de tarjeta. Ahora sólo el 17% del consumo privado en España se abona mediante este sistema.

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