El tiempo demuestra que las medidas tomadas en el campo del medicamento no solo no han traído un saneamiento significativo de las arcas del Estado, sino que además han perjudicado a los consumidores. En 2014 el gasto farmacéutico público volvió a subir ligeramente, tras años de descenso. Podría ser una buena noticia, si eso supusiera que es porque han desaparecido medidas como el copago o la retirada de medicamentos de la financiación pública. Pero eso no ha ocurrido.

El Sistema Nacional de Salud (SNS) cerró 2014 con un gasto en recetas de 9.362 millones de euros, 179 millones de euros más que en 2013, lo que supone una subida del 2%. A pesar de este repunte, lo cierto es que el acumulado entre 2011 y 2014 da un descenso del -15,92% del gasto que destina la Administración a la parte subvencionada de los medicamentos que se dispensan con receta en las farmacias.

El gasto vuelve a crecer tímidamente después del brutal recorte, pero las medidas que se aprobaron para reducirlo siguen vigentes. Así, hay que recordar que en 2012 se puso en marcha el copago en función de la renta de los usuarios (con aportaciones del 40, el 50 y hasta el 60% sobre el total del precio, según los casos), una medida que también afectó a los pensionistas. A esto se unió la exclusión de unos 400 medicamentos de la financiación pública, muchos de ellos a pesar de ser necesarios como tratamientos complementarios para enfermedades crónicas.

 Cada vez más gasto para las familias 

El efecto conjunto del copago y la exclusión de medicamentos del sistema público han tenido como consecuencia que los consumidores tengan que poner cada vez más de su bolsillo para compensar la rebaja en el nivel de gasto público. Y esto en un contexto en el que la población está cada vez más envejecida, lo que hace inevitable que cada vez más consumidores tengan mayor necesidad de medicamentos.

Según los datos más recientes al respecto, el esfuerzo por parte de las familias en gasto farmacéutico crece cada año más: el incremento fue del 10% en 2013 respecto al año anterior (el gasto total fue de 7.271 millones de euros) y dobla el incremento registrado en 2012, que fue del 4,7% con un gasto total de 6.891 millones. Las medidas que han recortado en gasto farmacéutico público no han hecho sino trasladar al bolsillo de los consumidores, ya muy maltrecho, un gasto más, y en este caso ineludible.

En este contexto, se hace necesario garantizar que todos los usuarios, en particular aquellos con menos recursos, puedan acceder sin problemas a los medicamentos que requiera su tratamiento y que los precios sean justos. La reciente movilización de los enfermos de Hepatitis C para tener acceso al costoso tratamiento, que puede erradicar el virus hasta en un 95% de los casos, demuestra que el gasto y el acceso farmacéutico se trata de un problema de primer orden.

 Las personas mayores que viven solas son las que sufren un aumento mayor 

Los hogares en los que el cabeza de familia es un hombre son los que tienen un gasto total más elevado a nivel general siendo aquellos de entre 45 y 64 años los que más dedican a productos farmacéuticos con 2.271 millones de euros.

En el caso de los hogares donde la cabeza de familia es una mujer el gasto es sensiblemente menor y es cuando esta tiene 65 años o más cuando la cifra asciende más, hasta los 700 millones de euros. Esta franja de edad, la de los pensionistas, es en realidad la más perjudicada y la que ha sufrido un incremento mayor de su gasto farmacéutico puesto que los que viven solos han visto como ha crecido un 50% su inversión desde 2006. [Entresacado]El reciclaje de medicamentos es necesario tanto por cuestiones medioambientales como de salud[/Entresacado]

 ¿Qué hago con mis medicamentos caducados? 

Cuando los medicamentos caducan, o se acaba el tratamiento de una medicina usada no reaprovechable, toca la hora del reciclaje. Los medicamentos no deben tirarse a la basura, sino que deben depositarse en los contenedores especiales de los que disponen las farmacias y centros de salud.

Las sustancias de los medicamentos pueden contaminar los suelos y aguas si se vierten de forma descontrolada, y sus envases también necesitan ser tratados. En el aspecto sanitario, acumular restos de medicamentos una vez usados es también arriesgado, ya que pueden provocar que, por accidente o descuido, acabemos tomando una medicina caducada cuyos principios activos pueden haberse visto alterados por el paso del tiempo.

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