En unos tiempos en los que la tasa de ahorro ha alcanzado máximos históricos -18’9% de la renta disponible- los consumidores han elevado sus niveles de exigencia hasta límites a los que las entidades financieras no estaban acostumbradas. Además ahora prima la seguridad ante la actual situación de crisis financiera global.
Las entidades se han declarado una auténtica guerra de depósitos en la que el consumidor puede ser el gran beneficiado debido a que esta competencia feroz está aumentando la rentabilidad de los diferentes productos, aunque habrá que mantenerse alerta ante las malas prácticas de ciertas entidades, que están comenzando a presionar a sus clientes para que cambien ciertos productos que ya tienen contratados por nuevos depósitos. De hecho el Banco de España ha dejado claro que se está intensificando “la dura competencia por el ahorro de las familias y empresas por las dificultades de las entidades para acceder a los mercados internacionales”. El propio Banco de España advierte de que los bancos y las cajas de ahorros españolas deberán acostumbrarse “a esta mayor pugna, porque parece que va a mantenerse”. A finales del mes de enero los depósitos acumulados ascendían a 1’18 billones de euros, el 2’7% más que en el mismo mes de 2009. En septiembre los depósitos ya habían acumulado un crecimiento del 5’11% en el último año, mientras las acciones y otros valores disminuían un 7%.
Al finalizar 2009 los activos inmobiliarios de los españoles ascendían a 4’2 billones de euros, es decir, el 71% de la riqueza de los hogares. El aumento del ahorro termina, en gran medida, en depósitos de alta rentabilidad, en los que se busca el menor riesgo posible. La fuga de capital experimentada por los fondos en los últimos meses ha sido de 3.459 millones de euros. Otros productos que están viviendo un momento de auge son los depósitos estructurados y las células hipotecarias, con rendimientos que rozan el 5%. Aunque, a decir verdad, no brillan por su liquidez.