Una práctica cada vez más extendida, que no siempre es advertida de forma explícita
Lo que dice el título de este artículo es, en efecto, el mejor resumen para este nuevo tipo de seguros que se están haciendo populares, especialmente en las compras online y están haciendo las delicias de las compañías asegurados. Este tipo de producto que pretende “simplificarle” la vida al consumidor suponen una facturación extra a la que podría darse si este seguro no se encontrara inserto (aunque no de obligada contratación) en el pack de compra.
En algunos sitios los han llamado seguros líquidos por el hecho de que pretenden “expandir” el valor del producto o servicio otorgando en el mismo proceso de compra unas garantías adicionales que son proporcionadas por el propio vendedor en el momento de la venta, en el sentido de dejar ya cubiertas (si así lo desea el adquiriente) diversas circunstancias o percances que podrían darse durante el uso o disfrute de aquello que hemos adquirido.
La ventaja para el consumidor parece evidente: no tiene que llevar a cabo una investigación adicional para asegurar aquello que acaba de comprar; esto conlleva una clara reducción de tiempo para el consumidor que se trasluce, también, en una mayor satisfacción durante el proceso. También, y esta es la teoría, permitiría a las aseguradoras poder ajustar los precios mucho más, puesto que estos seguros embebidos estarían hechos por y para un producto concreto dejando exclusivamente (y el consumidor pagando, exclusivamente) sólo los aspectos básicos que se consideren necesarios para dejarlo asegurado y libre de riesgos.
Quizás sea más fácil, fuera de toda retórica, ver ejemplos prácticos de seguros embebidos para entenderlos mejor: añadir un seguro de viajes al comprar un billete de avión en la propia agencia, incluir un seguro por rotura de pantalla o por daños por agua al comprar un teléfono móvil en una gran superficie, cuando compramos las entradas para un concierto y nos cubrimos en ese instante ante una posible suspensión o al adquirir una nueva bicicleta eléctrica que asegura el reemplazo de la batería en caso de fallo, etc.
La cobertura en estos seguros se puede implantar de diferentes maneras: como una cobertura adicional que se adquiere a la vez y en el momento de la compra del producto o servicio (esta es la más habitual); como cobertura incluida en el precio de la oferta principal, o como un beneficio exclusivo para los clientes ligado a otros servicios extra.
La mayor parte de las veces este nuevo tipo de seguros están ligados a procesos de compra digitales o telemáticos, ya que el gran nicho de estos seguros es la generación millenial y más joven, que prefiere pagar un poco más, pero dejar asegurado aquello que tanto esfuerzo les ha costado comprar, y hacer esto de una forma rápida, segura, y cómoda.
Qué bien suena todo esto, entonces, ¿qué peligro hay en estos seguros para los consumidores?
Los principales peligros para el consumidor vienen dados, precisamente, por las bondades de este producto. Al tratarse de seguros que se contratan en un momento anímico de compra (en el que se puede tener la eufórica necesidad de hacerse cuanto antes con el producto) y con la facilidad de poseerlo a un simple golpe de click, es posible que el consumidor no consiga percatarse o bien del precio de este seguro embebido, o bien de las condiciones y coberturas que contempla.
Por otro lado, y como todo lo que se hace de forma telemática donde se comparten datos personales y privados, es preciso que los procesos de venta y distribución de los productos o servicios que incluyen este tipo de seguros embebidos se comercialicen en entornos de gran seguridad para el consumidor y, por lo tanto, de difícil acceso para los ciberdelincuentes. Las aseguradoras tendrán que destinar una buena cantidad de recursos a la seguridad de sus propios datos y a la de sus clientes.